La democracia nos sienta bien

Monólogo para radio: 

Lo que a continuación diré es sobre todo para aquellos que cultivamos la  buena memoria. Para todos los que pensábamos que no tendríamos que soportar más ciertos personajes que vuelven una y otra vez al ámbito político. Hace 25 años hubo un pacto fundante de todos los argentinos en donde la  libertad y la  vida “nunca más” estuviera en peligro. Pero la  libertad de los pueblos no consiste en palabras, si deseamos ser libres, observemos religiosamente el principio de igualdad. Para el neoliberalismo la única igualdad admisible es la  igualdad de oportunidades o meritocracia; esto produce grandes desigualdades, sería como aplicar la ley de Darwin, la  ley del más apto en la  sociedad civil. Un reducido grupo de privilegiados y un enorme grupo de excluidos sería…o mejor dicho es….su resultado.

En la  década del 90, los políticos nos hablaban de que achicar el estado era engrandecer la  nación; hoy sabemos que lejos de engrandecerse, las privatizaciones la  achicaron, la  empobrecieron y la  deterioraron, tanto en su potencial productivo como social e incrementaron su vulnerabilidad ante la especulación  financiera internacional.

El Estado así dejó de ejercitar responsabilidades obligatorias de todo Estado constitucional de promoción de desarrollo, bienestar social e integración nacional y dejó todo en manos de empresas privadas que poco les importa el bienestar social sino la cuantiosa rentabilidad que estos servicios producen, quedando el importante número de personas exentas a estos servicios.

Esto tiene que ver en parte con el rechazo a ser obligados, a causa de las heridas dejadas por la  dictadura reciente que contribuyó a partir del ´83 a dejar barreras abiertas al despojo que producía la  avalancha neoliberal. Ante tanto horror e injusticia, los argentinos encontramos un mejor refugio del que no nos movemos para no perderlo, porque sabemos lo que es vivir sin democracia, una democracia semiigualitaria y semijusta y  por el otro lado años de sangre y opresión de las dictaduras militares.

Nuestra política económica estuvo pensada para satisfacer los mercados externos y cierta elite beneficiaria y no a la mayoría de los argentinos. La concentración de obras públicas en zonas de exportación y el literal abandono del resto del país.

Éramos un país rico con un pueblo pobre; el granero del mundo tenía regiones enteras sumidas en la miseria.

Hiperinflación y caos, saqueos y hambre, promesas de salariazo y revolución productiva…que mas da: La sociedad argentina se quedó ante todo sin dignidad. Se quedó sin YPF pero también sin hospitales, sin flota propia, sin trenes, sin gas pero también sin escuelas, sin aviones y sin corte suprema de justicia. Venían por el Estado, se lo llevaron para remodelarlo y lo devolvieron vaciado de contenido social y solidario. Por eso a nadie le importa, nadie se queja, nadie repudia nuestra actual democracia mientras nos de algo, a sabiendas que en nuestro país mueren  miles de personas  y cada vez más baja el nivel de vida de todos.

Este país quedó lleno de necesidades como dependencia política y económica, deuda externa, desocupación, economía privada, sistema de salud desintegrado, sistema militar de defensa anticuado, sin red racional de comunicación (trenes, rutas, etc) desnutrición y enfermedades del siglo XIX, educación desactualizada, escaso presupuesto para la investigación científica, descreencia política, corrupción y caudillismo

La importancia de tener una politica energética

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